Ayer te oí a lo lejos,
sin superar esa barrera
que interpone la niebla de la edad,
te imaginé buscando
ese lago invisible que los sueños
reservan para tiempos de sequía,
mojar los pies, hundirse
en el lodo benigno que amortigua
la realidad de las heridas,
qué música escuchar en estos días
de ruido y apatía, o es mejor el silencio
algodonoso de la soledad, bajo los laudes
monótonos con que anestesiamos
el escozor del cautiverio?
Imagino los años como cuerdas
de una escala de mano
que ni sube ni baja, pero ayuda
a mantener la sensación de vuelo
a la mochila que dormita
junto al montañero congelado.
Poco importa la cumbre cuando apenas
se piensa en el futuro.
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