Releo esa pasión entrometida
que cada noche me visita,
se planta ahí, ahueca su plumón
para parecer más grande,
-y ya casi lo es-, su esfuerzo
hace crecer las alas y la eleva
sobre las cosas como un polvo
dorado, a veces se transforma
en el dedo ambicioso
de un demiurgo creador,
o se somete a la ataraxia
del sabio que renuncia
sin rabia a ser feliz y lo consigue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario