viernes, 2 de septiembre de 2022

La recta de Éscaro

 


Con toda la orfandad anticipada

por una infancia lenta

me entusiasmaba recorrer la recta de Éscaro,

un pueblo fantasma que sobrevive aún bajo las aguas,

nada sé de su vida,

si las vacas siguen pastando bajo el agua verde,

si el espejismo del calor tiembla aún en la distancia

jalonada de chopos que yo asociaba al infinito

de los cielos rayados por la estela

de los aviones de azulada plata,

me alejé de allí siguiendo el resbaladero de los años,

pero en los puertos altos aún pervive la lana

medieval de las merinas

prendida en los alambres de púas

como la nieve temblorosa que cada invierno nos visita.

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