viernes, 16 de agosto de 2024

Cuando la bombilla empezaba a vacilar y se apagaba era la hora del carburo; la ceremonia de cebar la candileja con una piedra gris, su olor a madriguera de alimaña y el rosario de burbujas que el agua producía al caer gota a gota sobre ella; lo del gas inflamado por una llamita azul era cuestión de fe, como si la fuerza de la piedra, la docilidad de lo animal y la supremacía de la magia se unieran para hacer más corto el tiempo de tinieblas

 




Ya era tarde para cultivar

y pronto para ventear el pan de la cosecha, 

eso decía la inscripción en el frontispicio de la adolescencia,

había un tren hullero con un vagón

para que algunos infortunados inocentes

se hicieran ver el mal que les rodeaba el cuello

como si fuera una bufanda en el hospital de allá,

en él venía una muchacha con los ojos asomados al cristal,

la carbonilla le pintaba ojeras y le hacía llorar,

al menos esa era la respuesta cuando el médico le preguntaba

moviendo el dedo a un lado y a otro, mira aquí, ¿te duele?, parpadea,

y el agua azul de aquella ingrávida laguna reflejaba

la nube negra y alargada que la máquina dejaba entre los chopos,

cada martes primero de cada mes, los días pespunteados

como botones de fingido nácar en la camisa

planchada a toda prisa para llegar a tiempo a la estación

y subirse a lomos del dragón que se llevaba a la princesa.




Zona B:

Hamás no quiere sentarse a negociar; no se fía de Israel y de sus continuados abusos de posición dominante; Israel no quiere a Hamás como interlocutor, por eso no vacila en masacrar a toda Gaza para lograr un objetivo problemático. Cada día que pase sin llegar a un acuerdo aumentará la simpatía de los palestinos por la línea dura de Hamás.


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