Ya era tarde para cultivar
y pronto para ventear el pan de la cosecha,
eso decía la inscripción en el frontispicio de la adolescencia,
había un tren hullero con un vagón
para que algunos infortunados inocentes
se hicieran ver el mal que les rodeaba el cuello
como si fuera una bufanda en el hospital de allá,
en él venía una muchacha con los ojos asomados al cristal,
la carbonilla le pintaba ojeras y le hacía llorar,
al menos esa era la respuesta cuando el médico le preguntaba
moviendo el dedo a un lado y a otro, mira aquí, ¿te duele?, parpadea,
y el agua azul de aquella ingrávida laguna reflejaba
la nube negra y alargada que la máquina dejaba entre los chopos,
cada martes primero de cada mes, los días pespunteados
como botones de fingido nácar en la camisa
planchada a toda prisa para llegar a tiempo a la estación
y subirse a lomos del dragón que se llevaba a la princesa.
Zona B:
Hamás no quiere sentarse a negociar; no se fía de Israel y de sus continuados abusos de posición dominante; Israel no quiere a Hamás como interlocutor, por eso no vacila en masacrar a toda Gaza para lograr un objetivo problemático. Cada día que pase sin llegar a un acuerdo aumentará la simpatía de los palestinos por la línea dura de Hamás.
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