sábado, 10 de agosto de 2024

Tras el paréntesis del quince, vivo aún el olor de los cohetes y la tristeza lenta de la procesión de san Roque llenando el alto de la calle, se emprendía el regreso hacia los puertos, estoico y silencioso, con las palabras justas para saludar o despedir a quien venía de frente o había de desviarse de la vereda principal en dirección a su majada; todo impregnado con la resignada gravedad de los desheredados

 




Tal vez toquemos fondo 

ahora que el submarino de la historia

nos ha dejado expuestos al embrujo de esta luz austral,

nuestros ojos no aciertan a embridar los brillos

acantonados de un lenguaje que se presenta en taparrabos

y nos niega el derecho a resumir el tiempo

de monotonía y soledad cuando el vapor del vino colabora

con carantoñas y susurros que no vienen a qué, nosotros

intentamos desenredar uno tras otro los ovillos de lana gruesa

que llenan el cuaderno de bitácora intentando contar

la ingenua vuelta al mundo en un periplo

de entrenamiento para nada, nudos aquí y allá,

lenguaje embravecido de las olas, un puerto

dibujado a lo lejos, sin luz ni desembarque,

con el vaivén del desenfreno que llega en oleadas

mezclado con olores a petróleo y cinamomo

lo mismo que las putas con que la noche mitiga los ardores,

seis meses de rosario para un triduo

de mestizaje colonial en una isla al sur de Mindanao.




Zona B:

Horroriza pensar lo que estará ocurriendo en esos llamados centros de detención, cuando los propios soldados israelíes denuncian atrocidades y se saluda burlescamente a los prisioneros que llegan con un "bienvenidos al infierno"

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