Tal vez toquemos fondo
ahora que el submarino de la historia
nos ha dejado expuestos al embrujo de esta luz austral,
nuestros ojos no aciertan a embridar los brillos
acantonados de un lenguaje que se presenta en taparrabos
y nos niega el derecho a resumir el tiempo
de monotonía y soledad cuando el vapor del vino colabora
con carantoñas y susurros que no vienen a qué, nosotros
intentamos desenredar uno tras otro los ovillos de lana gruesa
que llenan el cuaderno de bitácora intentando contar
la ingenua vuelta al mundo en un periplo
de entrenamiento para nada, nudos aquí y allá,
lenguaje embravecido de las olas, un puerto
dibujado a lo lejos, sin luz ni desembarque,
con el vaivén del desenfreno que llega en oleadas
mezclado con olores a petróleo y cinamomo
lo mismo que las putas con que la noche mitiga los ardores,
seis meses de rosario para un triduo
de mestizaje colonial en una isla al sur de Mindanao.
Zona B:
Horroriza pensar lo que estará ocurriendo en esos llamados centros de detención, cuando los propios soldados israelíes denuncian atrocidades y se saluda burlescamente a los prisioneros que llegan con un "bienvenidos al infierno".
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