jueves, 15 de agosto de 2024

Él era el árbitro, colocaba un pie en el lado sur y el otro en el lado norte de la afilada cumbre, con riesgo de resbalar y despeñarse entre el plumón engañoso de la niebla; pero al bajar todos aceptaban su veredicto y le cedían el mejor lugar en las bancadas del anfiteatro

 




Subí a aquel cerro semisagrado

donde tanto lábiros como vadinienses

recogían el agua que goteaba de un hisopo de mandrágora

para curar el mal de buey,

llevaba una punta afilada de antracita

para grabar en la pizarra los versos de aspirante a poeta regional,

al concurso acudía gente de pelaje espeso recogido en trenzas 

o ermitaños de cabeza tonsurada, aprendices cántabros

de la herrería musical, astures de la parte más occidental

tocados con birretes de piel de íbice blanco, -el vértigo imposible-,

y algún local acomplejado por su habla impenetrable

como los niños de la escuela en su primera clase,

se bebía el agua turbia sin fermentar aún que destilaban

las manzanas silvestres amontonadas en el altar de Anora,

la que flota entre la niebla de la adivinación,

al ganador se le marcaba con la sangre caliente del recental sacrificado

para la gran comida que casi siempre se alargaba

hasta que asomaba el nuevo sol. 



Zona B:

Leído en "Lecciones" de McEwan: "despertar al pueblo de su apatía frente a ´crímenes abominables, crímenes que degradan al género humano... la inane estupefacción del pueblo alienta a estos criminales", a propósito de la Rosa Blanca, varios de cuyos miembros fueron ejecutados por los nazis por defender a los judíos.  APLICABLE A LOS ISRAELÍES DE HOY.

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