Todo eso que imaginas
y que no te atreves a decir en alto,
la afrenta silenciosa que recorre tu piel con escozor de hormiga,
sabes que algo se perdió en el aire
convulsionado por tormentas llegadas de muy lejos,
no era tu aire ni tu respiración, soplaba con voluntad dañina
y nunca hablaba en un idioma conocido,
decir en alto es como blasfemar, no hay piedra que prolongue
esa escritura comentando unos hechos ya borrados,
el viaje en tren, algún desfiladero, valles
flanqueados por el miedo verde de los pinos,
algo que comentar, aunque prefieres tomártelo en silencio
mientras lees a Homero comparando sus pausados hexámetros
con el lenguaje altivo del Quijote,
usas las manos para aliviar ese dolor,
mójate la frente y líbrate de pensamientos ácidos,
un largo clavo fija a la madera tus tobillos en la mayor crucifixión
que imaginar pudieran los profetas, ellos sabrán, tú sigue
cultivando los símbolos, aunque en ellos
no encuentres ya motivos de credibilidad, aunque tu oído capte
el palpitar del tren en los raíles
que se pierden brillando en la distancia.
Zona B:
¿A quién toca hoy asesinar? ¿A un líder de Hamas o de Israel?. Los niños van siempre incluidos en el lote, sin importar el lado donde estén. Tan sólo a los políticos les está permitido tomarse la justicia por su mano, decidir quién debe morir sin sufrir las consecuencias. O eso creen.
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