Mientras la pluma cae,
cuántos vencejos cruzarán el aire y cuántas
cigüeñas acudirán al prado a degustar el desayuno,
cuántas arrugas imborrables
le saldrán en la piel al calendario
mientras la pluma cae,
y habrá alguna enseñanza residual
para adornar la frente del que mira
cómo la pluma cae,
o acaso el tiempo se reserve
una sardónica sonrisa porque él ya sabe
que la pluma caerá en el lodazal
y no podrá escribir sus aventuras
sobre un pedazo de papel o sobre el lomo escurridizo
de una libélula viajera.
Zona B:
Sumad las lágrimas de Niobe, las de Raquel y las de Agar a las de todas las madres que han perdido a sus hijos en la guerra por el capricho de un asesino y tendréis agua suficiente para convertir el desierto en un vergel.
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