sábado, 3 de agosto de 2024

Entender el mundo como un árbol frutal puede ser provechoso desde el punto de vista literario, pero no por eso ha de darte más fruto; quizá sea más propio imaginarlo como un árbol frondoso, cargado de promesas y espejismos que no exigen mayor dedicación y producen el mismo resultado

 




Apareció una tarde

con sus aperos de pescar, la caña brava

rematada con un trozo de red y los alargues

de sedal azulado para dar la batalla a peces grandes,

él contaba sus ejercicios de cetárea 

como si fuesen un capítulo de Hemingway,

las grandes púas de la imaginación atravesando plata

y enturbiando de malva las aguas trasparentes,

un hermoso argumento regado con verdejo

y el temblor de la luz que proyectaba la lámpara abisal

con que engañaba a los turistas

haciendo parecer más grande el buey de mar,

su fama se coronaba de caloca y aparecía en la pared

en una foto preparada, rodeado de borrachos

como Baco en el cuadro de Velázquez.



Zona B:

Netanyahu. Cuando la historia se refiera a él, si es que llegara a hacerlo, acaso se limite a resaltar su aportación al acervo de vileza, crueldad y engaño de la actividad humana. Un engendro del que sólo podemos sentir vergüenza colectiva.


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