martes, 20 de agosto de 2024

Llega por el este el chapoteo de las ninfas del mar, más tarde se percibe el ronroneo de las náyades imitando el lenguaje del arroyo y de la fuente, por último se oirá y acaso algunos puedan ver al coro revoltoso de las oréades locales, echando un pulso a las citadas por Homero

 




Asoma esa madera de mil nudos, 

es el pino salvaje que ensamblado

con el roble familiar de nuestros montes

sirve lo mismo para carros

que para estanterías de vasar,

para cunas y andadores o para el ataúd trapezoidal

que tan bien se acomoda a los difuntos,

huele bien esa madera, su resina es más ácida

que la de la sabina, brilla como las lágrimas al sol

y avanza con lentitud de oruga 

hasta la rústica pileta donde anidará esperando

la sublimación en estado de crisálida quieta

hasta alcanzar el aleteo de un aceite ligero

que ha de convertirse en mariposa.




Zona B:

Se empieza a hablar de tregua, no de paz definitiva. Después nos quedará la duda de la buena fe, cuando veamos deambular sin destino a una población a la que se ha robado el territorio y no encuentra sentido a una existencia al margen de lo que siempre se ha entendido como humanidad.


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