Al atardecer seguíamos oyendo la canción,
sonaba entre las hojas, no muy cerca, en un aire con polvillo de oro.
era difícil traducir, tal vez llegara como una soplo de la Arcadia,
griego antiguo o un fragmento deshojado del robledal de Píndaro,
pero no era un canto hímnico, ni epitalámico, sonaba a letra
para acompañar la cítara o el caramillo de un pastor,
qué larga la cabellera de las ninfas, su desnudez entre celajes,
la amistad de las manos uniéndose allá arriba,
las miradas de la promiscuidad y el arrebato final del estribillo
con connotaciones lésbicas, la fragua alimentada
por un coro de bacantes que se burlaban de la virgen pitia,
venid, llegad al agua donde los tritones amarillos
tienen su hogar, la salamandra cercada por el fuego,
su defensa es veneno exudado por la piel,
está esperando, ella se acuerda de la imposible antigüedad
y nos acerca el oculto sentido de estas danzas
que flotan en el aire como aros escapados del Olimpo.
Zona B:
USA pone todo su empeño en disuadir a Irán de responder a los ataques de Israel, pero no hace nada para evitar estos ataques. ¿Es que vale más la vida de un israelí que la de mil palestinos?
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