martes, 5 de noviembre de 2024

En mitad de una curva sin visibilidad el coche verde le adelantó, le dio un largo pitido y se olvidó; se lo volvió a encontrar en el apartadero entes del puente; no había nadie dentro; tampoco pudo ver a nadie cuando le adelantó por segunda vez, esta vez más despacio, ni cuando lo vio aparcado en el arcén a menos de trescientos metros; ahora se paró a mirar; el coche no tenía neumáticos ni vidrio delantero y en torno a él la hierba estaba muy crecida, aunque la chapa del capó estaba muy caliente

 




Cuando empecé a notar que envejecía

quise hacer aquel viaje bautismal

a las aguas del páramo a las que acudían mis mayores

a ablandar el perfil amotinado de su genealogía vadiniense,

volver a sumergirse en la blandura de un páramo de aceite, 

someter el reuma a la respiración de buey que desprendía

la ingeniería de sus glorias, pasar la noche a la intemperie,

bajo el carro a la luz del candil y amanecer como un espino

florecido de escarcha, con la flexibilidad de un mástil de galeón

azotado por el oleaje cereal.



Zona B:

Nos hemos visto sacudidos por el horror de las inundaciones; mas de doscientos muertos y muchos aún desparecidos: En Líbano y en Gaza mueren a millares y ya casi ni nos estremece esa masacre provocada. Como si la vida tuviera mayor valor aquí que allá.


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