Nadie sabe quién, pero alguien
ha anunciado con irritación el fin del tiempo,
no es el reloj ni el subterfugio del cronómetro
que divide en dos el desarrollo de las batallas infantiles
en los campos de futbol, ahora llega la temporalidad,
esa caverna en la que el tiempo mantenía la lozanía de su piel
con el aspecto saludable de un adolescente de mil años,
y hay que llenar de contenido el agujero
donde las horas bufan como enjambre de avispas enfadadas,
ya no vale saturar los muros grises de grafiti sin voz,
dejarlo todo a la impertinencia del espray
que trata de robarle espacio a su vecino,
las letras esquizoides no conocen el manantial del diccionario
y usan la pereza cromática del emoticono
como una antigüedad indumentaria
que pretende ocultar la piel desnuda.
Zona B:
La estrategia estaba clara, aunque nos negábamos a verla; ahora ya lo reivindican en voz alta desde el propio gobierno genocida: hay que anexionar Gaza y Cisjordania tras haber exterminado a sus legítimos habitantes. Y ¿por qué no? después le llegará el turno a Líbano y ¿a quién más?
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