Desdijo historias
y esculpió miradas nuevas en el perfil de la montaña,
tiraba de una lenta erudición, la insistencia calcárea de las estalactitas
que acaban transformándose en columnas,
decía que también los locos lloran, se desnudan de todo
y el temblor les arrebata, observa a don Quijote
haciendo penitencia en camisón, levantando los brazos a la luna
con la veraz melancolía que rezuman esas estampas de Doré,
tenuemente románticas, a pesar de que el mundo
aún no se ha adentrado en el berenjenal del romanticismo,
se imagina a alguien vestido de polichinela que contempla
cómo cae el telón, las puntas reviradas de sus pantuflas
asomando fuera, diferenciando los aplausos
del verdadero amor, las mozas de la venta
de las damas de honor de Dulcinea,
con la exigencia y el rigor que se suponen
a un trabajo de tesis doctoral.
Zona B:
Quizá esa vía muerta que él aún no ve; o la soledad cuando el humo se disuelva y aparezca el desierto. Terminarán tan solos como parecen aspirar a estar, rodeados por un recuerdo de exterminio.
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