Aun me llega aquel olor lleno de manchas,
de todo aniversario se desprende algún aroma,
una telilla como la piel de una cebolla,
cita de lejos aunque ya no pica ni nos hace llorar,
es algo que sirvió en su día como tarjeta de presentación
y se quedó varada entre la arena como un hueso de sepia,
también pinta la nariz, aseguraba Ullán, amo de llaves,
sabiendo que en las manos siempre quedan restos
de las labores de cocina, la simple grasa,
los tarros donde suele residir la dosis justa
a la que siempre puedes añadir
la pizca generosa de la duda por si la cosa viene mal,
aquí no hay armas, no, sólo herramientas,
la sangre es el atrezo que intenta simular el pimentón
y la guirnalda funeraria se suple con cilantro y perejil,
del libro de cocina sobresale a modo de señal
el obituario que recorté de algún periódico
-veintitrés de mayo de un mal año, dos mil nueve-
"no existe aroma nuevo" esto anotado a lápiz,
(aunque me encuentre solo
pongo al menos servicio para dos).
Zona B:
¿A dónde irán los libaneses o los gazatíes cuando bombardean el campo de refugio al que llegaron tras perder sus casas? Mientras tanto el gobierno genocida sigue construyendo asentamientos ilegales, (lo de ilegales es sólo un decir, porque la leyes se fabrican a medida).
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