Nunca el doncel pudo pasar la página
que le obligaron a leer en su reposo,
se cuenta en ella la muerte y asunción del adalid de Foces,
él llevaba en su lanza la divisa de una campesina,
un pañuelo de lino con serpenteantes grecas
que imitaban en rojo el aleteo de una voluntad
aprisionada en las viñetas de un libro de horas,
todo el ceremonial del desafío estaba resumido allí,
los corazones palpitantes llevados por el río de la tradición,
-honor y muerte y griterío- hasta que el polvo levantado
se disipa en el viento y un vapor de respiración
se eleva como un alma y se enrarece
entre el run run de sensaciones que nadie sabe concretar.
Zona B:
Qué mundo tan inhóspito el que la guerra nos ofrece. La apuesta por lo irracional, el peligro de unas armas de efecto incontrolable incluso para quienes creen saber manipularlas. A ellos se deberá la paz definitiva, la del cementerio planetario.
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