Regresa ahora
sometido a la ola tardía del alcohol,
lamenta alguna de las palabras dichas,
oh ribera del río, sucursal de fuegos que no suelen durar,
lanzadera de una estampida de animales con el celo
urgente de la música, yo me arrepiento
de todo menos del dolor soportado en silencio,
del run run del latido, de la improvisación,
del lento vals que llegará hasta la otra orilla,
de la mirada en el espejo y la duplicidad, del vaho
que envuelve tu figura de polizón mareado,
de todo, sí, hasta del beso que lancé al aliento
con halitosis del río Manzanares, cerca del arco
falsamente conopial del puente de Segovia,
con ovejas pastando en la pradera sacramental de san Isidro
una turbia mañana de domingo.
Zona B:
Aún no ha sido coronado el nuevo Herodes y ya la sangre de miles de inocentes tiñe de rojo el cauce del Jordán.
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