Descubre allá a lo lejos
unas siluetas de alta hierba, sabe
que podrían ser molinos, en sus brazos cabe
todo el dolor del cielo y la esperanza
de una redención para fantasmas
decididos a morirse
sin renunciar a la blancura de sus sábanas,
siendo más lógico optaría
por llamarlos gigantes, contagiado
por el sesgo torcido de la luz
cuando ilumina cosas meridianas,
pero acabaría renunciando
a la fastuosa realidad que exhiben
las fantasías otoñales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario