Ahora regocijémonos mirando
ese viejo cuadro, su tiempo resumido
sin atajos, con algo oscuro detenido en jarras
en el rectángulo del fondo que desentraña la penumbra
y deja los ojos informados de la densidad del aire
medido en palmos,
se usa la perspicacia del hurón, que nada
alimenticio pueda huir, que flote
la caza recordando su voladora pluma
o la velocidad colgada de una percha
con recordatorio fotográfico,
y permitiendo al aire dorado de aquel siglo
alcanzar la equilibrada pátina de nuestra comprensión.
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