Imagina una tramoya
en la que todo asuma su papel de farsa
pero sin creer del todo que lo es:
las luces
iluminando huecos que prefieren
la neutralidad del tono oscuro, telas
colaboradoras en vestuarios
para actores que llegan ya vestidos, voces
desde otra edad con parlamentos
que se superponen al lenguaje
susurrado entre bambalinas
y al final ese gloria
in excelsis flotando como espuma
sobre el oleaje que se estrella
contra el acantilado del telón,
qué maravilloso desperdicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario