Situado ahí,
donde la mancha mínima de aceite
amenaza a su alrededor con extenderse,
está el centro del mundo,
se percibe
la progresión de un pensamiento fundador,
algo que atenta
contra la pereza onírica del campo,
la piedra súbita se eleva
con su rigor de monolito sobre el reino
deshabitado de las hoces,
campo y ciudad ensayan
la batalla más lenta donde saben
que no habrá vencedor, sólo vencidos.
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