Se sale de la casa,
se ensayan unos pasos, lentamente,
para que cambie el aire, no el lugar,
se repiten los gestos,
se amasa el pan y se acarrea el agua,
se muele el grano y se dispersan
las semillas sobrantes, todo
como se viera hacer a los que vieron
las primeras liturgias,
después vendrá la calma,
pasaremos a ser tan importantes
como la arena en el desierto.
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