lunes, 19 de abril de 2021

Nómadas del aire

 

I

Quién hilvana 

esas hermosas melodías en medio de la noche,

no es un ruiseñor, es la muchacha

que llegó de lejos a limpiar la mesa

tras el desayuno,

ella quita las tazas como quien pulsa un arpa

y el aire suena a loza percutida

por la taumaturgia de la espuma,

el juez le arranca algún motivo

para las canciones vírgenes

y le otorga la gracia de la mendicidad

en los arrabales saturados de tardes inservibles,

cada quince días ha de someterse

a revisiones de garganta, notas

como el sol más alto se le quedan

apenas en penumbra, tiene

las cuerdas oxidadas de cruzar los ríos

sin alcanzar orilla, con ladridos

de perro por la espalda,

ha de doblar barrotes hasta convertirlos

en símbolo del dólar con el signo igual 

en vertical clavado en las entrañas,

acude a clase de español para curarse

del espanglis nativo cruzando mil desiertos

en autobús, escuchando en la radio esos anuncios

del ángel del señor que ella recita de memoria 

como un pasaje negro cómo pudo ser si no conozco

varón, si en nueve meses nunca alcancé

a completar un sueño, 

pero con buenas notas llega un niño

que llora en dos idiomas y promete -no lo quiera dios-

rimar su odio futuro en un rap atigrado.





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