Él nunca hizo cucaña,
su cielo estaba en otro sitio,
por eso se perdió en el vértigo
de la transparencia, retuvo en la memoria
historias que nadie le contó,
en ellas era siempre el que miraba
tras la defensa del cercado,
hondos ojos aquellos que aún reflejan
el mal de altura y los temblores
del corazón ante la nada
o las urgentes nubes que borraban
cualquier información del encerado.
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