Así se entra -como aguja- en el cerco
iluminado de la clarividencia,
ángeles de cera van regando de llanto las baldosas,
(resbalar es de sabios, dicen),
sin esfuerzo alcanzan las armonías del falsete
y el perlado del boca cerrada, previos a la revelación,
un sufrimiento luminoso
les crecerá del aura, -ellos
con ataraxia y trance beben sólo de dios-,
pero nunca esas hilachas
de sabiduría se pasarán a nuestro lado,
ellas alcanzan pronto las alturas y nos miran
como a ignorantes asomados
al pozo resabiado de la imaginación.
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