En el siglo veinte
en una soledad agreste y nunca cultivada
tuve la fortuna de encontrar algunas flores
dispersas por el panorama de grija y casparal,
los naturales del lugar dijeron
que nunca flores semejantes fueron vistas
salvo las que algunos dibujantes
empleaban para adornar textos antiguos,
o las que las cabras preferían
por ser las hierbas más jugosas.
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