Estoy en la cocina,
los azulejos usan el exterior para decirme
que fuera ya es de día, un reflejo de día
agazapado y sometido
a su condición zoológica de sueño,
la memoria persiste
en esas dualidades de animal o cosa,
día o noche, cocina o dormitorio,
que lo único que quieren es anestesiar
la fogosidad de los sentidos,
vine a beber agua,
siempre hay sed a estas horas infectas del final,
no sabes si es temor
a no volver a abrir los ojos, a la suciedad del laboreo
sin pausas para restañar sudores
o verdadera sed, producto del trabajo
agotador del sueño, siempre cuesta arriba,
aunque la posición horizontal nos haga
creer que descansamos,
el grifo mal cerrado
me dice adiós cuando decido
regresar al trabajo de contar las horas
que aún me faltan
para volver a la cocina.
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