Vive el héroe en ti, sumiso
y como avergonzado del harapo
de gloria que le cubre,
por las mañanas bebe leche
y echa de menos las caricias de la madre,
a mediodía siente hervir
su sangre entre los ríos
de sangres convocadas
y al atardecer regresa
con esa molesta rozadura
que producen las armas
en la piel sin curtir de los cobardes.
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