(el que ve las cosas)
Todo se quedaba corto en su dimensión sin diques
tras rebasar los usos taxonómicos
para coros angélicos,
nunca se sabía si al hablar usaba
esos recortes de la niebla que se quedan
en las ramas floridas del espino
o si sus palabras eran las vedijas
de lana que la alambrada arranca a las ovejas,
corredor tras el viento, descubridor de nombres
para perro, vaca o hierba que remedia el andancio,
cuando cabalgaba sobre el pretil del puente
el agua reflejaba sus recuerdos
en las personas, cosas o animales
que lo cruzaban, como si obtuviera del caudal
un rigor metafísico de espumas
que, sin llegar a ser, exhiben
el poder de la alquimia sólo para visionarios,
(a ver quién es el sabio que lleva a traducción estos excesos
sin incurrir en puro trabalenguas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario