Alguien abre la ventana,
llega la lluvia, se asoma sin entrar y escribe en el cristal,
el viento la empuja dentro, suavemente, como sin querer,
las gotas caen sobre la mesa,
mojan el libro abierto y resucitan una historia
que había dejado de vivir,
de vez en cuando se oye
el tic tac de las gotas golpeando en el papel
y algunos personajes despertados de súbito
se esconden bajo las lonas de la sombra,
se oye un tren que cruza la lejanía antigua
oliendo todavía a carbón y a alarido
como en los días de la infancia,
ya es de noche,
alguien ha venido a encender la luz y ha cerrado la ventana,
las cosas vuelven a sentirse bien, seguras,
la lluvia fuera, el papel sosegado con sus islas de agua,
-la novela versaba sobre el mar-.
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