Después de muchas horas
de vagabundeo por la playa
he llegado a traducir al castellano
los agujeros rítmicos que el padre de S. H.
fue dejando en la arena con su bastón gaélico,
como si fuera
un rústico bolígrafo de boj, siempre dispuesto
a sacarnos de un apuro
al cruzar las dunas del invierno.
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