No rompas el cristal,
no friegues la vajilla, no te mires
al espejo tantas veces, procura
que tus ojos sigan el ángulo del sol,
y ahora que tu muñeca se ha liberado del reloj
no pretendas ser puntual, el antro
de la felicidad no cierra nunca,
aunque sigue tan vacío como siempre.
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