jueves, 24 de octubre de 2024

Con las primeras luces se iba al prado a provocar el miedo entre las codornices que empollaban; trazaba en la mitad el gran marallo, ida y vuelta veloz, con la energía del primer orujo; más tarde, hacia las diez, las rebanadas de tocino cortadas con navaja, tan finas que resbalaban en la boca; desde un prado más alto alguien comparaba la rectitud, el ancho y la inclinación de la segada para discutir en la taberna a quién se otorgaría la arenisca fina con que el segador del año afilaría su guadaña





Últimamente

ya no escribo poemas en que la savia sude

como en las mimbreras desolladas para hacer canastos,

tampoco leo mucho ya, a veces paso las páginas

de prisa sin llegar a percibir la savia

que solía sudar de las palabras de un relato o poema,

ahora vuelvo mucho a la costumbre

de viejos colmeneros que rezuman miel,

y no la dulce, sino la más recia y amarga del abejorro,

llorar en vano para qué, si todo

lo que el sol ilumina es triste, bello, sí,

pero agusanado de tristeza

como un álbum de fotos del pasado

o como el sudor sobre la piel tras un esfuerzo.



Zona B:

La identidad del Líbano, su cultura milenaria, su tradición de inquieto paraíso de la neutralidad, una manzana comida por gusanos, desde dentro y desde fuera, su olor a cedro reventado, todo por el capricho genocida de un criminal que usa la guerra para escapar de la justicia.

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