Últimamente
ya no escribo poemas en que la savia sude
como en las mimbreras desolladas para hacer canastos,
tampoco leo mucho ya, a veces paso las páginas
de prisa sin llegar a percibir la savia
que solía sudar de las palabras de un relato o poema,
ahora vuelvo mucho a la costumbre
de viejos colmeneros que rezuman miel,
y no la dulce, sino la más recia y amarga del abejorro,
llorar en vano para qué, si todo
lo que el sol ilumina es triste, bello, sí,
pero agusanado de tristeza
como un álbum de fotos del pasado
o como el sudor sobre la piel tras un esfuerzo.
Zona B:
La identidad del Líbano, su cultura milenaria, su tradición de inquieto paraíso de la neutralidad, una manzana comida por gusanos, desde dentro y desde fuera, su olor a cedro reventado, todo por el capricho genocida de un criminal que usa la guerra para escapar de la justicia.
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