viernes, 25 de octubre de 2024

La guerra le dejó sin alma como un casquillo de bala, llegó un momento en que su sangre ya no hervía cuando estallaba la metralla; hasta su memoria acabó reducida a la inscripción que unos fanáticos como él grabaron en la espoleta de un obús que ahora usaban como cenicero

 




Esta es la luz morada o cárdena

de las jornadas de rebusca, patatas rojas del lugar

como ajos de cigüeña aderezados con pimentón,

el diezmo acólito de Júpiter -ni a Zeus llega ya

y muy pronto doblará su espinazo ante unos dioses

de aduana y arancel, llegados de estraperlo

entre cántaras y azumbres de aceite griego-,

vamos ya, busquemos pasto seco para encender un fuego,

asaremos los frutos de esa olvidada religión,

las trufas despreciadas por el recolector

que elevarán su aroma hasta la rota nariz de esa deidad de mármol

que un arado cristiano desenterró mientras hurgaba

en la entraña reseca de la tierra.



Zona B:

Se les ordena ir al sur como a zona segura y cuando ya han llegado les bombardean. Eso ahorra bombas y misiles y facilita el exterminio que previamente se ha iniciado impidiendo llegar al norte medicinas, agua y alimentos. Es la economía de la guerra que nos impone el siniestro Netanyahu al que nadie quiere parar los pies. 

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