miércoles, 2 de octubre de 2024

En el refugio megalítico colgaba una zamarra de pastor; había quesos madurando en las escarpaduras de la pared y el olor a tasajo y a cecina impregnaba el recinto, a pesar de los ramilletes de tomillo que intentaban poner un tono de frescor en el aire bravo

 




Tumbado boca arriba sobre la cama

veo el agua del estanque reflejada en el techo,

se ha trasladado al interior oscuro de la habitación

huyendo del calor de la hora nona,

duerme el aire, el personal se esconde ´

entre visillos desgarrados para la siesta,

los reflejos usan el trampantojo de las olas

para adormecer todo el entorno, hasta los sonidos

de la guerra insomne se mantienen 

en el cuarto de atrás donde se guardan

las herramientas de limpieza, 

                                            cuando la siesta acabe

borraremos las salpicaduras de la sangre,

nada como la sangre fresca para certificar

el rastro de la vida entre las zarzas.



Zona B:

Por fin el mundo entero gira al ritmo que un motor caprichoso. Nos paramos con expresión bobalicona a mirar cómo un individuo criminal dispone las coordenadas por donde debe discurrir el torrente de sangre que él mismo provoca. Es el Leviatán de nuestro tiempo y nos hará pagar muy cara nuestra pasividad.

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