lunes, 28 de octubre de 2024

Siete dos por veinticuatro, reconocible aunque muy lejos de aquello que se dejó en maceta y hoy es casi bosque; a pesar de todo nos permite ver o imaginar que vemos una realidad que fue flexible pero ha terminado convertida en piedra como ruinas de un diminuto partenón

 




De nuevo estar allí,

asomarse al balcón y percibir el tufo

de la mejillonera, casi tocando el nido de las golondrinas,

la voz rota y singular de la patrona,

alma de límites extraños que daba al mar 

mecida por las olas con sordina del cereal,

entraba el sol, decía su recortado parlamento

y volvía a salir, dentro quedaba

el olor a lejía y a jabón lagarto, con negro entre las uñas

rememorando el ruido del cuplé, mirando

con cierto empeño seductor el aire

empobrecido del cartel de una película española.



Zona B:

¿Por qué el judío si y no el palestino? ¿En qué piedra maestra se sustenta el derecho a alojar en un reducido territorio a gentes segregadas de decenas de estados repartidos por el mundo, por el simple hecho de profesar una misma religión? Y eso expulsando y despojando al poblador original.

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