Ella siempre sugiere,
-Anne Carson florece sobre todo
haciendo sugerencias líquidas-,
aunque a veces señala simplemente y se sienta a mirar
si el señalado le comprende, usa el griego antiguo
para nombrar arcanos y recuerda que lo aprendió de Ulises
cuando suplicaba a las sirenas que le mataran de una vez,
no hay tormento mayor -y es sugerencia-
que recorrer su piel a paso lento sin saber de antemano
si son carne o pescado, si atarse al palo es sólo un gesto
o la condena es para siempre: escuchar los arrullos con escamas
que suelen presentarse a Eurovisión,
un trípode de bronce para afinar el sentimiento
por un héroe caído o su armadura utilizada como espejo
para probarse el traje de chaqueta y reducir a polvo el protocolo
en la cena del Nobel, el reiterado canto de sirenas
que sugiere su nombre
pero sólo a distancia le permitieron escuchar.
Zona B:
Gaza eterna, la Troya diez veces destruida y que siempre resurge de sus ruinas. Al Agamenón que oficia de verdugo le espera Clitemnestra, ya que al parecer no hay Areópago capaz de condenarle.
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