Aquella sombra se detuvo
en el rellano oscuro de la escalera,
yo vi su ropa gris como colgando de una percha,
la cara ausente, las bocamangas huecas, lo invisible
presente parpadeando en el oro en polvo del atardecer,
el juego de asustar, pensé, con la ansiedad de mis pocos años,
la madre estaba allí, organizando el juego del silencio,
mis párpados cerrados para no aventar la aparición
con su polvillo de ala de mariposa,
no haré preguntas, miraré tu ropa solamente
esperando que vuelvas a habitarla
y pondré a la muerte un sobrenombre
para evitar el término orfandad que tanto asusta,
(más tarde volví allí para mirar
por si quedaban restos sobre la cal de la pared,
al ventanuco se asomaban las ramas ya galvanizadas
del antiguo cerezo de la vida).
Zona B:
¿En qué país encontrará cobijo humanitario el inhumano Netanyahu cuando el cerco judicial se cierre en torno a su soberbia?
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