Avanza por la senda fibrilar de la vejez,
todavía las fuerzas le acompañan
aunque con señales de ese tedio funcional
del jubilado que ha descartado la alegría
como herramienta de trabajo,
usa a veces la lima para subyugar aristas
y remata con lija de doble cero los conatos de venganza,
luego pasa los dedos por el dorso
de la realidad y los retira con polvillo negro,
los restos de erosión orgánica
muestran siempre una atmosfera de fragua,
suciedad, picos de fuego mercenario y martillazos
sobre la impavidez del yunque,
algo de eso ha de quedar -ruido de fondo-
cuando empiece a atrasar la maquinaria
enmohecida del reloj.
Zona B:
El dios del mar será abatido. Luego vendrá una calma de cuchillo en la oscuridad. Y con el sol llegará el brío del resarcimiento y de la cólera. A esa etapa es mejor no referirse por ahora.
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