Que vuelve el frío, dicen, que regresan
esas mañanas luminosas de azulado aluminio,
duele el aire que llega con ingenuo alborozo y nos saluda
y sin haber sido invitado se cuela en casa,
viaja contigo en autobús,
escarba en la almizclada atmósfera del metro,
la oscuridad adormilada de los túneles
se satura de oxígeno glacial, las luces parpadean
olvidando asistir a los desnudos de la publicidad
que buscan playa en los andenes,
el frío huye del sol capitalista que intenta convertir en oro
la herrumbre proletaria de los arrabales
y al final del trayecto se hace el muerto,
entrecierra los ojos y respira con dificultad
simulando un sofoco, como si a la brisa
morada y aterida de diciembre le faltara el aire.
Zona B:
¿Qué puede ofrecer el opresor una vez arrasado el territorio? Vendrá ahora el cortejo de urdidores de mentiras y embustes analgésicos para consolidar la ocupación ante una población disminuida y paralizada por el odio y el terror. Se hará algún gesto (GESTO UNICAMENTE) y se dejará enfriar cualquier recuerdo de justicia y equidad.
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