Por más alta que cuelgues la franela
de tu rutina diaria, es probable que el aire
venga a jugar con ella y la transforme en heroica bandera
sobre el adobe erosionado de un antiguo palomar,
convirtiendo el barbecho en campo de batalla,
por ahora es tan sólo la tela de la desilusión,
pensabas que un color o un estandarte
te hacían ser de aquí o de allá,
imaginabas terciopelos, argucias de organdí o brocados
en hilo de oro para lucir en el desfile de la identidad,
tras una banda de música festiva que ahoga el pensamiento
con el chunda chun de la fanfarria,
pero después viene la pausa, la hipnótica armadura se hace polvo
dejándote desnudo ante la estocada del silencio.
Zona B:
En Oriente Medio siempre quedará en alto el cañón humeante de ese odioso sheriff que consiguió callar a disidentes e intentó imponerse a una justicia floja que lo perdona todo cuando barrunta beneficio.
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