viernes, 6 de diciembre de 2024

Iba perdiendo facultades, primero fue el cansancio, dejaba su desván sin vigilar y acaso los ratones fueran royendo sus ideas; después fue la firmeza del saludo, el temblor de la voz y el de las manos; por último la luz, los ojos manejaban las imágenes como un brevísimo huracán sin tiempo para dibujar perfiles; sólo el espejo de su armario le convocaba al cine, a una sesión continua de agilidad embalsamada

 




Yo, indeciso,

soñé que mataba al animal,

pensé que el alma

es sólo espuma que le sobrevive,

cogí el cuchillo 

y empecé a subir la cuesta,

y allí entre zarzas y embustes

estaba el animal, algo sin nombre aún

aunque rociado de hermosura, 

me miraba asustado

tras un escudo de silencio, 

sangre dócil, pensé, pero ya acusadora

como las bayas rojas del escaramujo,

así es la vida, pensé, el sucio escombro

de una civilización sobrecargada

de conceptos barrocos,

y volví a bajar con decisión,

con el pensamiento renovado,

sin haber empleado mi cuchillo.



Zona B:

Mira el Jordán, baja con agua roja, flota en sus aguas el horror de un palestino asesinado, llegará hasta ese mar que ya está muerto y multiplicará por mil la muerte y el horror, ante la mirada indiferente de los turistas.


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