Hay un rumor de olas,
un telar que habla un idioma legendario, cla, cla, cla,
y escribe con el hilo frugal del lino crudo
una aventura navegable sobre la espuma de los arrecifes,
tras los altos tejados se ve el palo mayor de algún velero,
sus cabeceos se parecen al ceremonial de los albatros
cuando se declaran el amor o aportan material para sus nidos,
el silencio embalsama los adioses desde el puntal del puerto,
siempre a ciegas, con el sol a la espalda
para ahuyentar esa noticia de la soledad que esconde su amenaza
tras el disfraz de una gaviota vestida con el luto del lugar.
Zona B:
Será así como la lava volverá a ser un fértil manantial de agriculturas milenarias -lo mismo que Sodoma tras el vendaval de fuego-. La Palestina eterna asomará de entre los huesos y vivirá el milagro de la inmortalidad.
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