Dejaba a un lado la escalera
difícil del estudio, mineralogía regular, sistemas
cristalográficos crecidos como flores de nieve
en el invierno de una pacífica ignorancia,
fuera estaba todo lo que podía interesar,
la piedra enorme con su interior opaco,
probablemente el escondrijo de una tímida geoda,
sus agujas traslúcidas unidas por un hilo de cuarzo
al epicentro de la divinidad, ilustres nombres
pronunciados con el sigilo de una lengua muerta
o la endurecida miel del sílex cultivada
en panales prehistóricos por abejas obreras
que a través de milenios han seguido
el impulso inconsciente de la necesidad.
Zona B:
Cualquier intento de justificar la brutalidad de esa unidad de fieras asesinas contra miembros perfectamente identificados como equipos paramédicos, es una burla a la razón y al buen sentido. A eso se llega cuando la impunidad borra las líneas que separan al ser humano de la bestia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario