Acudí con él al velatorio,
Simic ya conocía a los del barrio, entre ellos
destacaba el fulgor insobornable
de las rodillas de la señorita Jones
o las honduras de su escote, lo demás era pompa
reducida a gravilla funeral, torpes susurros
entre desconocidos y las miradas
a las nucas rapadas de los que asomaban al cristal
guardando turno para ver al muerto, yo ni siquiera
le conocía, venía de comparsa, por el vino que daban al final
pero resultó que la familia
era de alcohólicos anónimos y te obligaban a contar
por turno algo gracioso que tuviera que ver con el difunto.
Zona B:
Cada vez son menos las noticias relacionadas con el genocidio del pueblo palestino. Se va haciendo costumbre y perdemos de vista lo importante: la matanza continua de inocentes para completar la limpieza étnica que casi ni nos atrevemos a denunciar.
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