Al principio lo vio como una pérdida,
formaba parte de él y se caía, como la luz,
como las hojas, igual que las mil cosas caedizas
que flotan por ahí,
pero aprendió el engaño de la resignación que prometía
un puntual renacimiento en primavera,
llegó a aceptar que la calvicie era expolio, no renuncia,
luego ocurrió con la tersura de la piel,
con la agudeza de la vista o con la agilidad de los recuerdos,
un día se quedó su mente en blanco
al pasar frente al espejo y creer que era el vecino
que le saludaba desde la ventana,
salió a la puerta y miró hacia el sur, no había nadie,
los robles seguían aún desnudos y pensó en las hojas verdes,
pero sus ojos se negaban a ver los que la mente dibujaba,
ahora vuelve la vista hacia poniente y ve que el sol es viejo,
casi tan viejo como él, que ya ni habla
con los pocos que vienen cada tarde a contemplar el rayo verde,
que ni se vuelve a saludar antes de hundirse igual que una moneda
en la ranura ardiente de la hucha,
intenta regresar a casa pero el camino se ha borrado
y se sienta a esperar la aparición de Sirio
en algún lugar del cielo que ha olvidado.
Zona B:
¿Asesinar médicos y personal sanitario es velar por la seguridad de Israel o es la confirmación de la barbarie de un gobierno sin ley? El mundo debe reaccionar ante este estado-aberración.
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