Esto es lo que queda por hacer:
tomaremos el barco como un amanecer y lo izaremos
a toda luz, a toda vela,
iremos más allá que la primera vez, los ecos
de países borrados aún resuenan
en la memoria y deberíamos
reservar ese espacio para las nuevas singladuras,
una persona cambia de actitud
cuando su nombre cambia,
no es el mismo el orfeo que sube que el que baja,
no es el mismo el ulises de la guerra
que el odiseo del regreso, el rezador de apolo
que el maledicente descreído, ahora
debemos sujetar la proa
como si fuera barra de timón,
perderemos el miedo a la toxicidad de las canciones
con ritmo de sirena, ellas la usan como espada
para cortar los hilos de memoria,
y recuerda, nunca llames perro
al ladrido arrastrado por el viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario