Sentado a la derecha del sol
con la cabeza casi a la altura de la línea
que marca la caliza azul del fondo
mi pensamiento se dejaba ir
tras el ejemplo de las águilas
y hallaba en la corriente de aire cálido
una escalera fulgurante
hacia la ingravidez de las palabras
acabadas en ad, como esa idea
de divinidad en la que floto
entre cosas inútiles y alegres.
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