Volaban las cortinas
con esa inercia pajarera
de las mañanas luminosas, dentro
de la habitación la luz quería
incubar unas piedras
redondas recalentadas por el sol,
brillaba en la mesilla el vaso
con un poquito de agua,
a su lado unos libros silenciosos,
nadie va a consultarles
siendo todo
tan obvio y transparente.
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