A veces podía vérsele asomado
a la puerta ojival de la caverna,
no era casual su parecido
con polifemo, salvo en la singularidad del ojo,
tan festivo e irónico en su caso
que provocaba risa al compararlo
con el fontanal de lágrimas
del enamorado hostil de galatea,
ahora puedes verle
en las noches de luna tomándose la luz
a tragos lentos como quien sorbe de una paja
el zumo fermentado de un recuerdo.
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